Blog de Juan Antonio Ruescas, profesor de Filosofía y ciudadanía.
Abierto a la participación de los alumnos de esta y de otras materias del Departamento de Filosofía

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Imagina

Tras el parón estival, retomamos este blog. Y lo hacemos hablando del interés por entender nuestro mundo, y especialmente nuestros orígenes (tema que suele estar presente cuando comenzamos el desarrollo de Filosofía y ciudadanía).
A propósito del descubrimiento en Las Hoyas (Cuenca) de un nuevo dinosaurio, el paleontólogo José Luis Sanz concedió una entrevista al diario “El País”. Preguntado por la causa de que sintamos atracción por estos animales, el científico afirmo: "Creo que (los dinosaurios) han sustituido, en la mente colectiva, al mito de los dragones, a esos animales que en las creencias populares medievales proceden del inframundo”.
Esto me recuerda que los mitos, la filosofía y la ciencia tienen en común el deseo de entender nuestro mundo, como decía al principio, y que todas las buenas respuestas que hemos elaborado para intentar satisfacer esa pulsión de curiosidad tienen en común la capacidad para imaginar. Es verdad que se debe tener cuidado porque cuando la imaginación se pone a trabajar puede surgir también la mera ensoñación, o el autoengaño. Pero, sin llegar a tanto, un poco de fantasía nunca viene mal. Prefiero al que fantasea (siendo consciente de que lo hace) que al que nunca fantasea. ¿Es que no estamos mejor ubicados en nuestro mundo cuando somos capaces de pensar en ciertas cosas aunque sabemos que “no las hay”? No las hay pero bien que nos gustaría que las hubiese. Que las hubiese y que pudiésemos verlas. ¿No nos prepara esta “insatisfacción con lo que hay” para ampliar nuestro mundo?
Lo importante, en cualquier caso, es la capacidad para imaginar. Fue en la imaginación de los científicos donde muchos de los grandes hallazgos de las ciencias (¿todos, quizá?) existieron por primera vez.
Con o sin fantasía, pensar consiste, precisamente, en ir más allá “de lo que hay”. Ceñirse a “lo que hay” no es pensar, es “administrar”. Y de administración ya anda sobrado nuestro mundo. Así que bienvenida sea la capacidad para imaginar. La imaginación le sirve al paleontólogo para reconstruir cómo sería el aspecto y la vida de un dinosaurio del que sólo encontró unos huesos (aunque luego tendrá que ser riguroso para confirmar o negar lo que ha imaginado); la imaginación sirvió a los antiguos para explicar la realidad con mitos y poder expresar así algunos vínculos de unión con sus conciudadanos; la imaginación puede servirnos a todos para saber que las cosas en nuestra sociedad siempre pueden ser distintas de cómo son.

Los de mi generación recordarán un mensaje de "La bola de cristal": se veía una imagen pixelada y una voz decía: tienes 20 segundos para imaginar... Y, transcurrido el tiempo: si no se te ha ocurrido nada... a lo mejor deberías ver menos la tele. ¿Recordáis? Lo interesante sería que la vida, en general, fuese para nosotros como aquella imagen pixelada.