Blog de Juan Antonio Ruescas, profesor de Filosofía y ciudadanía.
Abierto a la participación de los alumnos de esta y de otras materias del Departamento de Filosofía

viernes, 12 de marzo de 2010

¿Significa algo la palabra "fascista"?

Por desgracia, se está convirtiendo en algo frecuente que alguien vaya a una Universidad para dar una conferencia y una masa de vociferantes pretenda impedirlo. No hace mucho le pasó a Santiago Carrillo. Hace poco le pasó a Rosa Díez, también en una Universidad (la UAB), y la escasísima rotundidad de las condenas a esta última agresión me hace temer que algo así volverá a pasar más de una vez. Lo que este tipo de actos y actitudes supone lo ha retratado bien un compañero de Rosa Díez: Carlos Martínez Gorriarán, de cuyo blog me permito citar unas palabras que reflejan bien el modo en que esta forma de actuar reproduce el “fascismo incipiente” (ver http://carlosmartinezgorriaran.net/, 5-3-10): se trata de que unos cientos de «camisas pardas» campan a sus anchas «ante el miedo, la indiferencia o la abierta colaboración de quienes deberían oponérseles»; se trata pues, según Martínez Gorriarán, de…
«…genuino fascismo en sus primeros estadios: ultranacionalismo antidemocrático trufado de una retórica izquierdista -el pueblo en peligro, los derechos sagrados de la tierra y la lengua, la ocupación extranjera- que sólo disimula su verdadera naturaleza. Mussolini primero y luego Hitler la emplearon a fondo. La fashion fascistoide ha cambiado y el modelo de vestimenta es ahora el de borroka vasco, no el de ario repeinado portando pulidos correajes, pero el fin y el mensaje son los mismos: aterrorizar al disidente metiendo el miedo en el cuerpo».
Lo curioso de la cosa es que los que muestran actitudes fascistas eligen precisamente este adjetivo para insultar e intentar intimidar a sus víctimas. Lo cual me plantea una duda. Es posible que “fascista” sea un término que se ha vaciado de sentido, debido a que personas de tendencias opuestas lo usan para acusarse mutuamente. Pero, por otra parte, quizá haya que reivindicar el correcto uso del término para llamar a las cosas por su nombre y que no sean precisamente los más fascistas los que nos llamen “fascistas” a los que no lo somos. Propongo a los alumnos de las materias relacionadas con el Departamento de Filosofía, y en general a los interesados por “pensar la ciudadanía”, que en sus comentarios me den su opinión sobre este punto.